La mayoría de las veces, los conflictos bélicos son maniobras de los más fuertes, generalmente promovidos
por intereses económicos y, o polí1cos; esto repercute en sufrimiento e injus1cias que viven seres
humanos con menos suerte. En esta obra traté de representar que las guerras habitualmente son
producidas “para lograr la paz”, pero en realidad no se sabe si se está promoviendo o deteniendo esa
posibilidad. Mi genuina mo1vación al realizarla, es tratar de crear conciencia sobre la responsabilidad que
todos tenemos de vivir en armonía y así alcanzar la tan anhelada Paz.
En esta obra lo que trato de manifestar es el deseo de alcanzar la paz. Las manos nos representan a todos
los seres humanos y la paloma simboliza, como la mayoría de los animales alados, la sublimación de los
ins1ntos y el predominio del espíritu sobre lo material. A lo largo de la historia del arte, la paloma ha sido
comparada con la pureza, por lo cual se le atribuye, una par1cipación en la naturaleza divina; incluso, el
espíritu santo, ha sido representado como una paloma. Por eso considero que es sin duda la mejor manera
de representar la paz. Esa paz tan anhelada pero tan lejana de nuestro mundo, ya que si hacemos un
recuento, en la historia moderna, sólo menos de 300 años, han sido de paz.
No podemos ignorar que, 1empo después de
terminados los conflictos bélicos, quedan minas
enterradas, las cuales no se re1ran y permanecen
ac1vas. Muchas de estas minas explotan mu1lando y
matando seres inocentes. Esta situación de
negligencia criminal es el mo1vo que me impulsó a
realizar a este personaje que va devastado de dolor,
cargando ya muertos, a dos de sus seres queridos.